Todo ser humano cumple con una serie de roles y obligaciones que lo identifican con el mundo exterior el cual integra. Pero además todos y cada uno de nosotros debería tener una vida interior rica que pudiera constituir la fuerza necesaria dónde refugiarse cuándo los problemas o los conflictos se hacen presente y nos afectan profundamente.
Estamos acostumbrados a saborear los alimentos, y para ello utilizamos todo tipo de estrategias tanto visuales como gustativas, para que cuando nos sentamos a compartir una mesa para un almuerzo o una cena, o simplemente un café, tengamos un grado de satisfacción acorde a nuestras expectativas.
La pregunta es ¿saboreas la vida? Una cosa es ser consciente y responsable de todo lo que te has propuesto hacer y otra muy diferente es degustar la vida como si fuera tu comida preferida o el mejor de los vinos. Casi todos nosotros decimos “y…….vivo lo mejor que puedo”, pero sin poder darle un color agradable a nuestra existencia.
A veces no hay que hacer grandes cambios para obtener resultados maravillosos. El observar e integrarse a la naturaleza resulta un ejercicio muy estimulante y lo puedes hacer quizá en ese espacio de descanso que tienes en tu trabajo, para caminar por un parque cercano, o por una calle arbolada, observando el canto de los pájaros o el color de las hojas que caen de acuerdo a la estación del año en que te encuentres.
Pero, también hay otros modos de saborear la vida, y uno de ellos es incrementar tu vida espiritual. Iniciar y diseñar un espacio para el diálogo interno, para tomar periódicamente ese café con uno mismo y evaluar con sinceridad el grado de satisfacción o insatisfacción con lo que la vida te devuelve a cada momento. Estarás de acuerdo conmigo que vivimos momentos de gran tensión en la vida de cada uno de nosotros. ¿De quién depende pues, lograr el equilibrio, o poner nuestra casa interna en orden?. No podemos ni debemos esperar que los demás lo hagan por nosotros. La armonía, la paz interior, el bienestar y el equilibrio emocional son tareas que nos son asignadas a cada uno de nosotros.
¿Cómo hacer para encontrar el camino? Ante todo tienes que tener la suficiente autoestima como para pensar y sentir que mereces saborear la vida. Ella es muy corta y somos protagonistas de una cantidad enorme de episodios, algunos llenos de alegría y otros con tristeza, con éxitos y con fracasos, con lágrimas y con sonrisas, pero en definitiva esa es la vida y así debemos aceptarla.
Es a partir de esas experiencias que, cuándo nos sentamos a conversar con nosotros mismos, tenemos que encontrar la forma de saborear la vida de acuerdo a nuestro paladar. Para algunos será escuchando su música preferida, para otros será creando algo, para otro grupo será a través de la actividad deportiva, y para otros incrementar las relaciones sociales.
Es infinita la cantidad de maneras que tenemos de saborear la vida y aprender a expandir nuestra vida interior.
Fíjate que pasaría si no lo hiciéramos. Transcurriría nuestra vida, con un vacío existencial muy importante, que solo nos traería tristeza, cuándo al llegar al otoño de la vida y miremos hacia atrás, solo podamos encontrar trabajo, responsabilidades, angustia y ansiedad por resolver nuestros problemas.
Ser responsable es una cosa, pero eso no quita que le otorguemos a nuestra alma, el espacio necesario para saborear la vida, y defender nuestro territorio dónde nadie debe penetrar.