Solsticio de invierno



El origen de la Navidad es el solsticio de invierno. Es el día más corto del año en el hemisferio norte, en la antigüedad no se conocía el hemisferio sur, ni el continente americano. A partir de esta fecha, el día crece hasta llegar al solsticio de verano en el que el día es el más largo del año. ¿Cómo no celebrar que el sol regresara de su viaje al sur de planeta? Ese astro ha sido y es la base de la vida en nuestro planeta. La luna del solsticio invernal se llama Yule, marca el regreso de la luz solar. Se celebraba con un leño que se quemaba en la Nochebuena, pero no totalmente. Lo que quedaba de este leño se guardaba para quemarlo en el año siguiente como una protección del hogar.

En la época en la que la naturaleza se despojaba de sus riquezas vegetales, el pino conservaba su verdor, por esa razón se le celebraba y se le adornaba con los colores que representan la vida: verde y rojo, clorofila y sangre. Para convocar la abundancia se preparaban alimentos especiales y se obsequiaban regalos a los niños. La religión decidió apoderarse de esta fiesta en vista que la celebraban más que la primera fecha que impusieron del nacimiento de Jesús en el mes de enero. "Si no puedes contra ellos, únete a ellos" dice la sabiduría popular.

Con el delirio consumista estamos lejos de la naturaleza, sus ciclos y del nacimiento del niño Jesús. Lo que permanece detrás de la agitación y el gasto obligado, son los alimentos propios de estas festividades. Ponerlos en las mesas para compartirlos y consumirlos era la fórmula mágica para que no faltaran en los tiempos que seguían hasta la primavera con sus promesas, el verano y el otoño con las cosechas y la vendimia para cerrar el ciclo una vez más en el solsticio de Invierno.


cuando nuestro caminar diario es incierto

Cuando cierras un ciclo y empiezas un nuevo camino, ¿Crees tener todo bajo control? ¿Te da miedo que algo te salga mal? Tenemos la noción de que transitar por la vida debe de tener un seguro, una garantía de que nada malo nos puede ocurrir. En cada ciclo de vida cerramos puertas y abrimos otras dándonos la posibilidad de andar por nuevos caminos. Pero muchas veces estos nuevos caminos, representan muchas de las cosas que nos da miedo enfrentar y es por eso que nosotros mismos obstaculizamos este nuevo sendero o simplemente nos queremos regresar. 
La realidad es que no hay camino seguro, perfecto o lineal, todo camino siempre será incierto si camino se puede llamar. Pero en esta inseguridad existe un gran regalo que sólo puede ser visto si nos aventamos y aventuramos al vacío. 
Este es el regalo de la sorpresa que nos hace sentir vivos, llenos, apasionados, arriesgados, valientes, fuertes, etc. Pues de nada sirve quedarse en casa y resguardarse en la seguridad de nuestro huevo de confort, si nos estamos perdiendo de la vida misma. 
Estaremos simplemente en un estado de hibernación constante que sólo nos producirá un estancamiento de depresión y frustración, y que además no nos garantizará seguridad total pues de a poco moriremos en vida. Sólo el estado alerta, de caminar con paso firme y sin mirar atrás, nos dará la única seguridad que existe; vivir plenamente. Pues sin importar las caídas, las dificultades, los desafíos; este camino nos llevará a la verdadera evolución y transformación de nuestro ser que representa la verdadera plenitud. Quizá haya momentos en donde se vislumbre más luz y veamos con más seguridad lo que se encuentra en frente, quizá otros momentos estaremos a ciegas, pero siempre conectados a nuestro corazón que está dispuesto a enfrentar al miedo y aceptarlo como un amigo del mismo camino.

Búsqueda de reconocer tus cualidades

En general creemos que el reconocimiento es algo que tiene surgir de lo externo a lo interno, cuando en realidad es al revés. Sentimos que necesitamos que nos reconozcan y claro que es algo importante que nos motiva, pero también es cierto que tampoco podemos depender del reconocimiento, pues eso nos hace dependientes a un sistema en donde todo tiene que ver con apariencias, dejándonos perdidos en el puro exterior. 
Uno de los pilares más importante que sostiene al ser es esta cualidad de reconocimiento, pero no como algo que necesitemos de afuera, sino como una cualidad que viene de adentro. Cuando uno puede reconocer las virtudes o los defectos de los demás de manera positiva, es por que es algo que uno mismo ya reconoce como algo propio. De esta forma nos damos cuenta del gran valor que tenemos, siendo innecesario que nos lo digan los demás.
Una de las mejores herramientas que nos permiten vivir libres es el reconocer los aparentes defectos que tenemos. 
Muchas veces los peores tiranos, a parte de ser los mejores maestros, son personas que simplemente no han encontrado como enfocar su lado negativo de forma positiva. Así que el reconocimiento es el mejor bálsamo para sanar y encontrar nuestras cualidades en nuestras virtudes y defectos de forma cooperativa partiendo de adentro hacia afuera.