Como ayudar a un niño con dificultades en las matemáticas

La discalculia tiene varias definiciones, aunque  quizá la más práctica y adecuada sea, la inhabilidad o dificultad para aprender a realizar operaciones aritméticas, a pesar de recibir toda instrucción convencional, en contraste con una capacidad intelectual normal del alumno.
Si no se trata precozmente, puede arrastrar un importante retraso educativo. En los niños esta dificultad causa mucho sufrimiento, especialmente en los primeros años escolares en los que el dominio de las “bases conceptuales” es de gran importancia, pues el aprendizaje de la matemática es de tipo “acumulativo”, por ejemplo, no es posible entender la multiplicación sino se entiende la suma.
En el sistema tradicional de enseñanza se ha perdido la conexión con la raíz de las matemáticas, enseñando al alumno a memorizar y manejar símbolos (olvidando que estos son sólo representaciones de algo concreto), y a memorizar procedimientos y formulas sin saber lo que está haciendo (generalmente cuando se le pregunta a un niño qué está haciendo cuando hace una suma con llevadas y porqué se lleva una, te dice “porque así me lo dijo el profe”).
La clave está en “como hacer la transición desde el material concreto, hasta el papel y lápiz”. Mediante la integración de patrones numéricos para llegar a la abstracción del dígito. Es precisamente este punto en el cual nos hemos especializado siendo el único centro en España dónde se imparte el curso “Patrones y Plastilina”.
Los niños que sufren este trastorno del aprendizaje, suelen presentar:

Dificultades en la organización espacial:

• Dificultad para organizar los números en columnas o para seguir la direccionalidad apropiada del procedimiento.
Dificultades de procedimiento:
• Omisión o adición de un paso del procedimiento aritmético; aplicación de una regla aprendida para un procedimiento a otro diferente (como sumar cuando hay que restar).
Dificultades de juicio y razonamiento:
• Errores tales como que el resultado de una resta es mayor a los números sustraídos y no hacer la conexión de que esto no puede ser.
Dificultades con la memoria mecánica:
• Tropiezos para recordar las tablas de multiplicar y para recordar algún paso de la división… este problema se incrementa conforme el material es mas complejo.
Especial dificultad con los problemas razonados:
• Particularmente los que involucran multi-pasos (como cuando hay que sumar y luego restar para encontrar la respuesta).
Poco dominio de conceptos como clasificación, medición y secuenciación especial interés por ver y entender lo que se le pide en un problema
• Se les dificulta seguir procedimientos sin saber el cómo y porqué

CÓMO ACTUAR CON NIÑOS CON ESTAS DIFICULTADES

La discalculia se presenta en una etapa muy temprana, siendo el primer síntoma la dificultad en el aprendizaje de los dígitos. Ello se debe a que el niño no entiende la correspondencia entre el dígito y la cantidad, y comienza a ver que las matemáticas son complicadas. La correspondencia entre lo concreto (la cantidad) y lo abstracto (el símbolo), es un paso que el niño con discalculia, se ve incapaz de entender.
Se utilizan patrones (que sirven para hacer la transición) y plastilina (que sirven para que aprendan el concepto), que están basados en la forma en que los antiguos comprendían las matemáticas, ya que trabajaban con materiales concretos (semillas, barras de arcilla, cuerdas con nudos…). El ábaco es un intento bastante bueno para acercar a los niños a lo concreto, sin embargo en los colegios enseguida se pasa al papel y lápiz.
La metodología más adecuada, es una metodología manipulativa, en la que el niño   realice ejercicios y representaciones en material concreto (principalmente aunque no limitado, en plastilina), quién va descubriendo paso a paso cómo pasar del material concreto al cuaderno. Otros materiales a utilizar son  piezas de madera y  piezas de goma con formas diversas, material reciclable, cañitas de colores, bolas de colores, puzzles, etc.
El juego es muy importante. Introduzca la matemática en contextos recreativos . En un contexto lúdico, se pueden automatizar y reforzar conocimientos básicos de la matemática.
 Hay que asegurarse  que los alumnos comprendan las actividades. Dar unas consignas sencillas y claras, ayuda  a la comprensión de los problemas planteados, y verbalizar las acciones que van realizando, también les ayuda a interiorizar los procesos matemáticos, y por lo tanto a mejorar su rendimiento en el aprendizaje. Por ejemplo, se les puede pedir que lean la pregunta (si son más mayores), que expliquen los que la pregunta les pide que hagan, cómo van a hallar la solución y lo que hacen mientras trabajan.

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